El proyecto, situado en el borde de un campo de golf, pretende la optimización de vistas y orientación privilegiadas con que cuenta la parcela. Así lo expresó el cliente como objetivo prioritario a tener en cuenta, de modo que todas las estancias principales contaran con vistas hacia el campo de golf. Para ello, el proyecto se conforma mediante la definición de cuatro bandas paralelas en las que se alternan dos volúmenes construidos y dos grandes pérgolas a distinta altura que, mediante un juego de deslizamiento y de cortes en los volúmenes consiguen dicho objetivo.

Los cortes en los volúmenes generan superficies donde se hace visto un aparejo de ladrillo macizo que da lugar a un juego de contraste entre las texturas del estucado blanco de las fachadas principales y los paños de ladrillo en paredes, suelos y techo, marcando así la sustracción sobre el volumen “original”. Las pérgolas sirven para generar espacios híbridos entre exterior e interior, como son el gran zaguán de entrada, el cenador de verano o el porche hacia el jardín, pero la de mayor altura también cobija el gran espacio del comedor y el volumen de la escalera. En definitiva se generan espacios generosos en su proyección e intercambio con los espacios exteriores, aprovechando un clima que favorece la disolución de dichas fronteras.

Fotografía:
Javier Orive